martes, 23 de octubre de 2007

El alcohol, una excusa más de actos violentos

No sé si habéis oído la noticia de un joven de 21 años que agredió el pasado 7 de octubre a una chica en un tren de los ferrocarriles de la Generalitat. Ahora él le echa la culpa al alcohol, a su borrachera para justificar lo que no tiene justificación. Si todo fuera culpa del alcohol...¿qué responsabilidad adquirimos las personas? Evidentemente, los efectos del alcohol son impredecibles, pero no podemos excusarnos ni quitarnos responsabilidades debido a su consumición. La escena vivida en dicho tren bien podría formar parte de una película americana del tipo 'la violencia y el alcohol justifica todo'. El joven agredió a esa chica por el simple hecho de que ella lo miró unas cuantas veces y él se sintió observado, como vigilado. No obstante, la trascendencia de esta información no radica en que un joven ha agredido a una chica, sino en que ninguna de las personas que había a su alrededor hicieron algo para impedir este acto violento. Las personas debemos reflexionar acerca de estos sucesos tan desagradables y tomar conciencia de que lo que le ha pasado a esa joven también podría pasarnos a los demás, y, por tanto, tenemos la obligación como ciudadanos que vivimos en convivencia de ayudar a las personas que estén en apuros de este tipo. El alcohol no es el responsable, sino quien decide tomarlo y hacer de su uso una excusa barata al llevar a cabo acontecimientos de esta índole.

1 comentario:

Eldan dijo...

Está claro que lo ocurrido en ese metro es una desafortunada mezcla de xenofobia, violencia de género y quizá, como dice el agresor, alcohol. Esto no le excusa ni aunque fuera cierto, y aterra ver personas así. Sin embargo entiendo la pasividad de los otros ocupantes del vagón. Es cierto que actuaron mal, pero también se puede comprender que tuvieran miedo de ese tipo, porque nunca se sabe, un hombre de esa calaña siempre puede llevar una navaja escondida. Así funciona esto: en las calles, en el colegio... Un prepotente consigue crecerse y los demás, temerosos, en vez de unirse, agachan la cabeza y miran para otro lado. Una conducta tan triste como humana.