El universo es de las pocas cosas que está aún por explorar en su totalidad y en su parcialidad también. Todo es un misterio. Yo soy de las personas que se leen todo lo que hable de ciencia y, en concreto, de incógnitas científicas. ¿Existe la nada? ¿Hay extraterrestres en el amplio cielo repleto de galaxias conocidas y desconocidas? Como se diría en la famosa serie de televisión Expediente X, "la verdad está ahí fuera". Y es cierto. Desde luego, no hay nada como la investigación. También me gustaría mencionar el hecho de la posibilidad de que existan los llamados Agujeros de gusano: son como puentes que conectan agujeros negros con agujeros blancos. Esto significa que hay posibilidad de poder conectar espacios y tiempos diferentes a los actuales. No obstante, de momento la investigación está estancada, ya que, según comentan los astrónomos y los físicos, dichos agujeros de gusano no pueden ser atravesados por ninguna materia, así que el sueño de poder viajar en el tiempo es, hoy en día, sólo un sueño. Pero lo más importante es que podría ser una realidad en el futuro; de eso no hay duda.
domingo, 7 de octubre de 2007
sábado, 6 de octubre de 2007
Simplemente...gracias

jueves, 4 de octubre de 2007
Momentos de incertidumbre
El mundo actual está pasando por una etapa muy complicada. En realidad, la historia demuestra que el paso de los años no ha hecho al ser humano unas personas mejores, sino menos consecuentes con sus actos. Estamos en el siglo XXI, donde algunos avanzan dando un paso (o varios) hacia atrás. Los medios de comunicación no dejan de mostrar imágenes de personas sufriendo en vida o de personas intentando descansar desde el más allá. Estas últimas miran desde arriba (desde ese supuesto cielo del que no tenemos la certeza de que exista) cómo sus cadáveres se ven en las televisiones de todo el mundo sin ningún tipo de reacción en los espectadores. La sociedad cambiará, lo sé; pero mientras tanto prefiero observar la realidad desde mi pequeño universo, ese en el que todo parece bueno, aunque casi nada lo sea.
miércoles, 3 de octubre de 2007
Las fuerzas de la naturaleza siguen dejando sus huellas en el planeta. Ayer le tocó a Alcalá.
Hoy Alcalá se ha despertado con un paisaje desolador por causa de la tromba de agua que cayó allí ayer. Dos mujeres han perdido la vida. Ante este hecho no puede decirse nada; sobran las palabras. Sin embargo, aquí estamos para hablar. Lo peor de las fuerzas de la naturaleza es que no podemos controlarlas ni predecirlas. Y, además, no se puede hablar de la misma manera de un simple día lluvioso, de un huracán o de un terremoto, porque entre otras cuestiones, los efectos provocados por unos u otros son muy distintos. Cuando aparecen daños personales, los materiales quedan en un segundo plano. Hoy hablo de esta localidad sevillana, pero en otras zonas del mundo más susceptibles de padecer estos fenómenos, cada cierto tiempo se habla de personas fallecidas por causa de huracanes o, en menor medida (aunque cada vez más frecuentes), de terremotos. El caso es que la naturaleza se está imponiendo ante muchas actitudes y acciones que los humanos tenemos y realizamos, respectivamente. Y es que nos estamos dedicando a hacer lo que queremos, pero no lo que debemos. Está muy bien eso de carpe diem, pero también hay que pensar en los demás, en las generaciones futuras (si no en las de personas desconocidas, al menos en tus descendientes). Hoy en día entiendo a la naturaleza, pero algún día espero entender al ser humano y a sus acciones.
martes, 2 de octubre de 2007
La moto que chocó con el coche del vecino del séptimo
Esta mañana, al terminar las clases, decidí regresar a mi piso, bajo unas leves gotas de lluvia, y yo, como de costumbre, no tenía paraguas. Pues bien, me lancé a la aventura de caminar unos 35 minutos desde la facultad hasta mi casa (actividad que aconsejo a todo el mundo, ya que es muy saludable, y que practico todos los días). Al llegar al piso escuché un fuerte ruido que procedía de la calle, así que me asomé por la ventana para ver qué era exactamente. Y no, no era el ruido de un trueno, aunque esta mañana sonaron algunos; era el ruido provocado por el choque de una moto con un coche. La verdad es que me asusté un poco cuando vi la escena del suceso: la moto estaba, literalmente, debajo del vehículo. Mi mayor sorpresa fue descubrir que el conductor del coche era mi vecino del séptimo. A partir de ese momento, comencé a implicarme más en el accidente, ya que, lo quieras o no, cuando algo te toca de cerca (aunque sólo sea una persona conocida de vista y de un 'hola' y un 'hasta luego'), lo sientes más. Intenté leer los labios de las dos personas implicadas, pero sin fortuna. Afortunadamente, los gestos me sirvieron de ayuda para averiguar algo de lo que hablaban: ambos se estaban disculpando. Según lo que yo ví, pude deducir que el del coche iba marcha atrás (a mucha velocidad), y la de la moto iba para adelante (a mucha velocidad); ninguno se percató de la existencia del otro. Evidentemente, uno de ellos ha tenido más culpa que el otro, pero lo importante es que no ha habido ningún daño personal (aunque material sí) y que hablando se entiende la gente. No obstante, yo ya no miraré a mi vecino del séptimo con los mismos ojos.
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